Textos y Consignas

Los textos que se reproducen a continuacion son extraidos aleatoriamente de las numerosas lecturas de estos años en los que transité la consistencia molecular de palabras y oportunidades.
Las Consignas escriturarias ayudan, desde su eventualidad, a construir el tejido igneo de las palabras a partir de una forma no estructurada de entenderlas.
Asi, forma y contenido, no son referencias de un marco teorico.
Mas sencillamente, Textos y Consignas son un juego ceremonial al que no hay que darle mucha veracidad.
Solo un poco, poquito de ternura y solidaridad...

jueves, 29 de diciembre de 2011

Ezra Pound – El ABC de la lectura

La literatura no existe en el vacío. Los escritores como tales tienen una función social definida, exactamente proporcionada a su habilidad como escritores. Esta es su utilidad principal. Todas las otras utilidades son relativas y temporarias, y solo pueden estimarse en relación a los puntos de vista de un estimador particular.
Los partidarios de ideas especiales estiman a veces a los escritores que están de acuerdo con ellos más que a los que no lo están; pueden valorizar, y valorizan con frecuencia, a malos escritores de su propio partido o religión más que a los buenos escritores de otro partido o iglesia. Pero hay una base susceptible de estimación e independiente de todo lo relacionado con el punto de vista. Los buenos escritores son aquellos que conservan la eficiencia del lenguaje. Es decir, los que lo mantienen preciso, claro. No importa que el buen escritor quiera ser útil, o que el mal escritor quiera hacer daño. El lenguaje es el medio principal de la comunicación humana. Si el sistema nervioso de un animal no transmite sensación y estimulo, el animal se atrofia. Si la literatura de una nación declina, la nación se atrofia y decae.

Irving Welsh – Trainspotting

La mente de Renton estaba haciendo horas extras. Estupro, así lo llaman. Pueden llegar a encerrarte por esto. Ya lo creo que pueden, y luego tiran la llave. Te etiquetan como delincuente sexual; conseguiría que me partieran la cara a diario en Saughton. Delincuente sexual. Violador infantil. Pederasta. Corto de vista. Ya oía en aquel mismo instante a las galerías de psychos, cabrones, se paró a pensar, como Begbie: “Oí que la niña solo tenia seis años” “Me dijeron que fue violación” “Podría haber sido tu cría o la mía” Joder, pensó, temblando. El beicon que se estaba comiendo le daba asco. Había sido vegetariano durante años. No tenía nada que ver con la política o la moral; simplemente odiaba el sabor de la carne. No dijo nada sin embargo, tal era el deseo que tenia de quedar bien con los padres de Dianne. Donde fue inflexible fue con la salchicha, sin embargo, pues estimaba que aquellas cosas estaban llenas de veneno. Pensando en todo el jaco que se había metido, reflexiono burlonamente para si: Tienes que tener cuidado con lo que te metes en el cuerpo. Se preguntó si a Dianne le gustaría, y empezó a reírse disimulada pero incontroladamente, por los nervios, ante su espantoso doble sentido.

H.G. Wels- La Guerra de los Mundos

La llegada de los marcianos- 1 La víspera de la guerra

Nadie hubiera creído, en los últimos años del siglo XIX, que los asuntos humanos fueran vigilados de forma tan atenta y detallada por inteligencias superiores a la del hombre y, sin embargo, tan mortales como la suya; que, mientras los hombres se atareaban en sus intereses, eran escrutados y estudiados quizás casi tan profundamente como un hombre con un microscopio puede analizar las transitorias criaturas que pululan y se multiplican en una gota de agua. Con infinita complacencia, los humanos van de un lado a otro por este globo, dedicados a sus pequeños negocios y serenos en la seguridad de su dominio sobre la materia. Es posible que los infusorios, vistos bajo el microscopio, hagan lo mismo. Nadie pensó nunca en los mundos más antiguos del espacio como en una fuente de peligro para el hombre o, en todo caso, para desechar como algo imposible o improbable la idea de la vida en ellos. Es curioso recordar algunos de los hábitos mentales de aquellos días pasados. Como mucho, la gente de la Tierra especulaba sobre el hecho de que pudiera haber otros hombres en Marte, quizá inferiores a ellos y dispuestos a dar la bienvenida a una expedición misionera. Sin embargo, a través del abismo del espacio, unas mentes que en relación con las nuestras son como las nuestras en relación con las de las bestias perecederas, intelectos vastos, fríos e indiferentes, contemplaban esta Tierra con ojos envidiosos y, lentamente pero con seguridad, trazaban sus planes contra nosotros.
Y, a principios del siglo XX, llegó la gran desilusión.