Textos y Consignas

Los textos que se reproducen a continuacion son extraidos aleatoriamente de las numerosas lecturas de estos años en los que transité la consistencia molecular de palabras y oportunidades.
Las Consignas escriturarias ayudan, desde su eventualidad, a construir el tejido igneo de las palabras a partir de una forma no estructurada de entenderlas.
Asi, forma y contenido, no son referencias de un marco teorico.
Mas sencillamente, Textos y Consignas son un juego ceremonial al que no hay que darle mucha veracidad.
Solo un poco, poquito de ternura y solidaridad...

jueves, 29 de diciembre de 2011

H.G. Wels- La Guerra de los Mundos

La llegada de los marcianos- 1 La víspera de la guerra

Nadie hubiera creído, en los últimos años del siglo XIX, que los asuntos humanos fueran vigilados de forma tan atenta y detallada por inteligencias superiores a la del hombre y, sin embargo, tan mortales como la suya; que, mientras los hombres se atareaban en sus intereses, eran escrutados y estudiados quizás casi tan profundamente como un hombre con un microscopio puede analizar las transitorias criaturas que pululan y se multiplican en una gota de agua. Con infinita complacencia, los humanos van de un lado a otro por este globo, dedicados a sus pequeños negocios y serenos en la seguridad de su dominio sobre la materia. Es posible que los infusorios, vistos bajo el microscopio, hagan lo mismo. Nadie pensó nunca en los mundos más antiguos del espacio como en una fuente de peligro para el hombre o, en todo caso, para desechar como algo imposible o improbable la idea de la vida en ellos. Es curioso recordar algunos de los hábitos mentales de aquellos días pasados. Como mucho, la gente de la Tierra especulaba sobre el hecho de que pudiera haber otros hombres en Marte, quizá inferiores a ellos y dispuestos a dar la bienvenida a una expedición misionera. Sin embargo, a través del abismo del espacio, unas mentes que en relación con las nuestras son como las nuestras en relación con las de las bestias perecederas, intelectos vastos, fríos e indiferentes, contemplaban esta Tierra con ojos envidiosos y, lentamente pero con seguridad, trazaban sus planes contra nosotros.
Y, a principios del siglo XX, llegó la gran desilusión.


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