Textos y Consignas

Los textos que se reproducen a continuacion son extraidos aleatoriamente de las numerosas lecturas de estos años en los que transité la consistencia molecular de palabras y oportunidades.
Las Consignas escriturarias ayudan, desde su eventualidad, a construir el tejido igneo de las palabras a partir de una forma no estructurada de entenderlas.
Asi, forma y contenido, no son referencias de un marco teorico.
Mas sencillamente, Textos y Consignas son un juego ceremonial al que no hay que darle mucha veracidad.
Solo un poco, poquito de ternura y solidaridad...

lunes, 6 de diciembre de 2010

John Steimbeck- Viñas de Ira

- ¡Les digo que se esta muriendo! –Gritó el niño de pronto- ¡Les digo que se esta muriendo de hambre!
- Calla – dijo la madre. Ella miro al padre y a Tío John, que, de pie, contemplaban al enfermo sin saber que hacer. Miró a Rosa de Barón, acurrucada, envuelta en la frazada. Los ojos de la madre pasaron por los ojos de Rosa de Barón, volviendo a ellos otra vez. Las dos mujeres se miraron intensamente. La respiración de la muchacha se hizo entrecortada y breve.
- Si- dijo.
- Yo sabía que lo harías- le dijo la madre, sonriendo, y se miró las manos que estrujaba, cruzadas, sobre la falda.
- ¿Querrían... retirarse... todos?- dijo Rosa de Barón en un susurro.
La lluvia batía suavemente sobre el techo. La madre se inclino hacia adelante y con la palma de la mano, apartó los humedecidos cabellos de su hija y se los besó.
- Vamos ustedes- ordenó la madre, levantándose- Vengan afuera, al cobertizo de las herramientas.
Ruthie abrió la boca para hablar.
- Cállate- dijo la madre- Cállate y camina.
La condujo afuera, llevo el niño con ella y cerro la crujiente puerta.
Por un minuto, Rosa de Barón permaneció inmóvil en el silencioso establo. Luego levanto su cansado cuerpo y se envolvió con la frazada. Camino lentamente hacia el rincón y se quedo de pie, mirando el consumido rostro y los ojos enormes, despavoridos. Se acostó enseguida junto al hombre. El sacudió lentamente la cabeza de un lado para otro. Rosa de Barón aflojo una punta de la frazada y dejo un pecho al descubierto.
- Tiene que hacerlo- dijo. Se acerco más a él y le atrajo la cabeza. – Ahí- dijo- ¡Ahí!- Le paso la mano por detrás de la cabeza, sosteniéndosela. Sus dedos se movían suavemente sobre los cabellos del desconocido. Recorrió con la mirada el establo, de arriba a abajo, y sus labios se distendieron en una sonrisa misteriosa.


No hay comentarios:

Publicar un comentario