Textos y Consignas

Los textos que se reproducen a continuacion son extraidos aleatoriamente de las numerosas lecturas de estos años en los que transité la consistencia molecular de palabras y oportunidades.
Las Consignas escriturarias ayudan, desde su eventualidad, a construir el tejido igneo de las palabras a partir de una forma no estructurada de entenderlas.
Asi, forma y contenido, no son referencias de un marco teorico.
Mas sencillamente, Textos y Consignas son un juego ceremonial al que no hay que darle mucha veracidad.
Solo un poco, poquito de ternura y solidaridad...

lunes, 25 de abril de 2011

Augusto Roa Bastos- Hijo de Hombre

Hueso y piel, doblado hacia la tierra, solía vagar por el pueblo en el sopor de las siestas calcinadas por el viento norte. Han pasado muchos años, pero de eso me acuerdo. Brotaba en cualquier parte, de alguna esquina, de algún corredor en sombras. A veces se recostaba contra un mojinete hasta no ser sino una mancha mas sobre la agrietada pared de adobe. El candelazo de la resolana lo despegaba de nuevo. Echaba a andar tanteando el camino con su bastón de tacuara, los ojos muertos, parchados por las telitas de las cataratas, los andrajos de ao-poi sobre el ya visible esqueleto, no más alto que un chico.
- ¡Gua, Macario!
Dejábamos dormir los trompos de arasa junto al hoyo y lo mirábamos pasar como si ese viejecito achicharrado, hijo de uno de los esclavos del dictador Francia, surgiera ante nosotros, cada vez, como una aparición del pasado.
Algunos lo seguían procurando alborotarlo. Pero el avanzaba lentamente sin oírlos, moviéndose sobre aquellas delgadas patas de benteveo.
- ¡Gua, Macario Pitogue!
Los mellizos Goiburu corrían tras el tirándole puñados de tierra que apagaban un instante la diminuta figura.
- ¡Bicho feo... feo... feo!
- ¡Karai tuya coli... guilili!...
Los chillidos y las burlas no lo tocaban. Tembleque y terroso se perdía entre los reverberos, a la sombra de los paraísos y las ovenias que bordeaban la acera.

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