Textos y Consignas

Los textos que se reproducen a continuacion son extraidos aleatoriamente de las numerosas lecturas de estos años en los que transité la consistencia molecular de palabras y oportunidades.
Las Consignas escriturarias ayudan, desde su eventualidad, a construir el tejido igneo de las palabras a partir de una forma no estructurada de entenderlas.
Asi, forma y contenido, no son referencias de un marco teorico.
Mas sencillamente, Textos y Consignas son un juego ceremonial al que no hay que darle mucha veracidad.
Solo un poco, poquito de ternura y solidaridad...

miércoles, 6 de abril de 2011

Octavio Paz- El Arco y la Lira

Las palabras se conducen como seres caprichosos y autónomos. Siempre dicen “esto y lo otro” y, al mismo tiempo, “aquello y lo de mas allá”. El pensamiento no se resigna; forzado a usarlas, una y otra vez pretende reducirlas a sus propias leyes; y una y otra vez el lenguaje se rebela y rompe los diques de la sintaxis y del diccionario. Léxicos y gramáticas son obras condenadas a no terminarse nunca. El idioma esta siempre en movimiento, aunque el hombre, por ocupar el centro del remolino, pocas veces se da cuenta de este incesante cambiar. De ahí que, como si fuera algo estático, la gramática afirme que la lengua es un conjunto de voces y que estas constituyen la unidad más simple, la célula lingüística. En realidad, el vocablo nunca se da aislado; nadie habla en palabras sueltas. El idioma es una totalidad indivisible; no lo forman la suma de sus voces, del mismo modo que la sociedad no es el conjunto de los individuos que la componen. Una palabra aislada es incapaz de constituir una unidad significativa. La palabra suelta no es, propiamente, lenguaje; tampoco lo es una sucesión de vocablos dispuestos al azar. Para que el lenguaje se produzca es menester que los signos y los sonidos se asocien de tal manera que impliquen y trasmitan un sentido. La pluralidad potencial de significados de la palabra suelta se transforma en la frase en una cierta y única, aunque no siempre rigurosa y univoca, dirección. Así, no es la voz, sino la frase u oración, la que constituye la unidad más simple del habla. La frase es una totalidad autosuficiente; todo el lenguaje, como un microcosmo, vive en ella. A semejanza del átomo, es un organismo solo separable por la violencia. Y en efecto, solo por la violencia del análisis gramatical la frase se descompone en palabras. El lenguaje es un universo de unidades significativas, es decir, de frases.

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